Fanatismo de los fantasmas
Al finalizar la noche en la ciudad de Chicago, un niño llamado Joe regresa a su casa con una bolsa que cuelga hasta sus pies. Al llegar, pone la bolsa encima del comedor y la sacude, haciendo que cientos de dulces lluevan encima de la mesa y el piso. Esa noche, después de varias horas en las calles iluminadas de esqueletos, brujas, y monstruos, Joe ha logrado conseguir suficientes dulces que le durarán varios meses.
A solo 3,000 kilómetros al sur, una niña llamada Paula ayuda a su madre a construir la ofrenda para los difuntos de su familia. En lugar de ir de casa en casa pidiendo dulces como Joe, Paula anda por su propio hogar en Guadalajara bus-cando los recuerdos y preparando los platillos favoritos de sus difuntos. Aun- que el Día de Los Muertos y Halloween son diferentes, ambos son tradiciones que millones de personas celebran aquí y alrededor de Latinoamérica.
El 31 de octubre, por todo nuestro país, millones de niños llenan las calles acompañados por sus padres. Disfraza-
dos de fantasmas, zombies, princesas, y otros personajes cómicos, los niños y niñas andan en la búsqueda de dulces y golosinas. Aunque para algunos Hal-loween es una de sus tradiciones favor-itas, muchos realmente desconocen el porqué de esta celebración y, por lo tan-to, los verdaderos orígenes e historias de este famoso día se han perdido.
Durante el siglo VII, el Papa Bonifacio IV convirtió la Iglesia Romana en la Igle-sia Católica para darle honor a todos los santos el 13 de mayo. Dos siglos después, el Papa Gregorio IV ordenó que la fecha se cambiara al 1 de noviembre. En ese entonces, este día se llamaba “Hallowed Eve” también para honrar a los santos. Sin embargo, a través de los años, el nombre de esta noche evolucionó, y también la fe-cha, y por eso conocemos el 31 de octubre como “Halloween”. Al mismo tiempo, los niños y niñas empezaron a disfrazarse de princesas y de superhéroes y se fueron perdiendo las raíces espirituales.
La celebración en México del Día de los muertos tiene raíces prehispánicas. Hay registros de celebraciones en las etnias
mexica, maya, pecha, nahua y totonaca. Se hacen rituales que celebran la vida de los ancestros desde hace tres mil años.
Cada familia prepara las comidas favoritas de aquellos que ya no están presentes y colocan estos alimentos en medio de flores y objetos artesanales. Cempasúchil es la flor más utilizada en las ofrendas y festejos, por su color bel-
lo naranja. Algunas personas tiran los pétalos desde la tumba de un amado hasta su casa, para que el espíritu del muerto llegue a visitarlos.
Para honrar a sus muertos usan el ny lon cortado de diferentes figuras y papel picado de adorno. Se cuelga alrededor o
encima de una foto de la persona que ya no está presente, y la rodean de vel-as. Cosas que nunca faltan son ofrendas florales, música, altares para los difun- tos, danza, y comida típica. Es una fiesta que por sus características se ha conver-tido en un símbolo nacional, y una de las tradiciones más representativas de México celebrado a nivel internacional.
Al finalizar la noche, Joe se va a dormir con alegría de haber conseguido dulces, y Paula se va tranquila a dormir porque pasó el día entero honrando a su abuelita muerta. Día de los Muertos y Halloween tienen propósitos diferentes, pero ambos se enfocan en celebrar lo desconocido.